SABER ESPERAR

Esperar es algo que no todo el mundo sabe gestionar con eficacia. Ello se debe, más que a nada, a que nos pasamos el tiempo preparando cosas. Esperando que suceda esto y lo otro, mientras la propia vida, casi sin darnos cuenta, se nos escapa de las manos sin disfrutar el “ahora” por planificar el “mañana”. Ahora bien, a pesar de que muchos nos digan aquello de que nuestros sueños se ponen en marcha cuando dejamos de esperar e iniciamos la acción, en ocasiones, aún luchando cada día y tirando “pa arriba”, la vida no concede aquello que deseamos.

Lo que tenga que ser será, en su día y en su momento. Nadie puede, por ejemplo, forzar a que su verdadero amor aparezca cuando lo desea. Tampoco está en nuestras manos conseguir de un día para otro un buen trabajo, encontrar un gran amigo, ni vivir la mejor experiencia de nuestra vida, entonces.. ¿Para que rebelarnos ante esta situación sanitaria? Es inútil. No podemos cambiar las cartas que nos han repartido pero sí está en nuestra mano jugar con ellas lo mejor posible. Debemos  ser constructores de nuestra realidad, pero también buenos gestores de la paciencia. 


Aprended de vuestros hijos cuando hace pocos días, esperando esa ansiada noche de Reyes, lo hacían plenos de felicidad  porque la espera merece la pena. La ilusión también se disfruta esperando, sólo hace falta fe y esperanza. Nuestros ensayos se hacen esperar pero cuando lleguen los disfrutaremos más que nunca y los aprovecharemos al máximo. Hasta entonces somos dueños del presente y lo tenemos que aprovechar, preparemos desde ya nuestra alma en esta temprana cuaresma de faja y arpillera que nosotros anticipamos. Acudamos al templo, recemos a Nuestros Titulares (Ellos siempre esperan) y fortalezcamos nuestro espíritu para intentar ser mejores y llegar a una anhelada Semana Santa estando en paz con nosotros mismos. Eso sí podemos hacerlo mientras esperamos ese deseado golpe de llamador.