Luto de Soledad

La Virgen está de luto en su hornacina en nuestra parroquia de Santa María. La Soledad ha cambiado su habitual color blanco de esa Pascua felicísima de la Resurrección de nuestro Señor por el negro del dolor por el adiós de tantos y tan buenos hijos. Ese conflicto que todos hemos cargado y que nos ha provocado alguna colisión en nuestros sentimientos: por la felicidad de las fechas que celebrábamos, por un lado, y por aquello que estábamos viviendo, por otro.

Parece que ese holocausto de la muerte de Jesús haya querido este año extender su sombra para llevarse a tantos de sus hijos, a tanta buena gente que apenas unos meses atrás estaba disfrutando de cada amanecer, que anhelaba la brisa de la mañana de un nuevo día, y el olor y color de esa flor que otra primavera le traería a sus sentidos.

Este año ha sido muy especial y, porque no decirlo también, muy duro para todos: no hemos podido ver a nuestra familia, a nuestros amigos, no hemos podido abrazarlos; no hemos podido disfrutar de nuestra libertad, de nuestra vida; no hemos podido cuidar a nuestros enfermos, no estuvimos allí en su adiós y no le dimos la despedida que ellos se merecían.

Este año nos ha traído muy duras lecciones, y dejarán huellas profundas en nuestro corazón, pero también nos ha enseñado que hay otra forma de vivir esa nuestra vida (valga la redundancia), de sentirnos más cerca de nuestro Señor, de su Santísima Madre, y aun desde la lejanía de nuestro hogar; nos ha permitido interiorizar nuestra fe y vivirla con más intensidad. Hemos podido saborear más las cosas sencillas y descubrir que son las más bellas y sabrosas, y al echar de menos el abrazo, el beso y la caricia, nuestros sentidos se han sensibilizados y nos han hecho más perceptivos al amor y a las cosas buenas.

Y nuestra Madre de la Soledad Coronada ha estado allí, ha vivido con todos y cada uno de nosotros esos momentos (los buenos y los muy duros), y ha querido estar con sus amados hijos en su desfallecimiento, en su postración. En un sentido homenaje a TANTOS que se han ido y POR TODOS los que nos hemos quedado, y por ello Ella viste una hermosa saya negra, sobria y elegante, que enamora más si cabe a todos los que la contemplamos.

Y así está por ellos, por nuestros hermanos de la Hermandad y de nuestra parroquia, por todos los casi 800 alcalaínos y los cerca de 40.000 españoles, por los muchos que han padecido esta pandemia y aún padecen síntomas, por todas las zozobras que nos esperan en estos tiempos tan inciertos y por toda esa gente que, sin esperarlo, ha visto cambiada su vida, sus sueños, y por ello hoy sufren. Ella, que nunca permite que estemos solos y abandonados, está acompañando nuestro luto y nuestro dolor; Ella, Madre amantísima, está con nosotros dándonos consuelo.

Por todos ellos, con el corazón abierto por el adiós dolorido, por Pilar Guerra, Loli Rivillo, Tita García Saldaña, Ángeles Rojo, Ángela Martín, Antonio Bautista, Agustín Morcillo, Tomasa Fernández, María Antonia Hernández, Casiano Villa, Isabel Sánchez, J. María Hernández Valdearcos y don Manuel Palero

A todos vosotros, ya que estamos seguros de que ahora gozáis de la paz del Reino, os pedimos que estéis muy cerca y nos ayudéis a seguir mirando hacia ese lugar que la vida nos pide.