Mensaje de nuestro Capellán

Queridos Hermanos cofrades de la Hermandad de María Stma. De la Soledad Coronada y Sagrado Descendimiento de Ntro. Sr. Jesucristo.

Nos está tocando pasar un tiempo difícil,posiblemente ninguno de nosotros recordemos otros momentos así, son momentos que sin quererlo, hacen historia, también para nuestra Hermandad. Que en su larga andadura, sabemos que las primeras noticias datan de principios del siglo XVI, seguro que han pasado otros momentos trágicos, que como hoy, impidieran celebrar nuestra Semana Santa con total normalidad e impedirían de igual modo realizar la estación de penitencia.

«No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de boca de Dios»,es una de las respuestas que Jesús dirige al demonio en el desierto cuando está siendo tentado por el, como de un modo providencial, querido, o al menos permitido por Dios,hemos entrado en esta cuaresma y como el Señor, aunque forzosamente, al desierto.

En el desierto se carece de todo, en este sentido hemos visto cerrar todas las cosas que estamos acostumbrados: bares, restaurantes, cines, teatros, nuestros propios trabajos. Y Hemos sido confinados en nuestras casas. Es un buen momento para darnos cuenta de lo que verdaderamente no es importante ni esencial para vivir. Hemos sido despojados de lo que muchas veces ponemos nuestras seguridades y apoyos, nuestras ilusiones y esperanzas, y volver a lo que es verdaderamente fundamental: a nuestras familias, a los valores de la Fe, a la Virgen, al Señor.

Al que acudimos con seguridad más frecuentemente buscando consuelo y fortaleza, salud y confianza. Nos dirigimos a Dios, al Dios de la Vida, pidiéndole protección, ayuda, que cese esta pandemia, por los enfermos, algunos cercanos a nosotros, o quien sabe si alguno de nosotros mismos. Y como no, por los difuntos, también conocidos o próximos, pidiendo para ellos el descanso eterno y la paz.

Es momento de purificación,para volver nuestra mirada a aquel que solo nos puede salvar y que nos ama por encima de toda medida, y a su bendita Madre,María Santísima, nuestra Madre querida y amada.

Es un momento que no nos sentimos seguros de nosotros mismos, nos sentimos vulnerables, sabemos que nuestra vida no depende de nosotros, sino solo de Dios, esta experiencia de desierto, nos ayudará a descubrir la necesidad de Dios, y a conocer nuestra total dependencia de El. Nos ayuda a conocer mejor nuestra propia incapacidad e impotencia, y esto nos ayuda a ser humildes, a conocernos a nosotros mismos y a ser conscientes de nuestra fragilidad.

En el desierto se toma consciencia de que Dios nunca nos abandona,que siempre está con nosotros, aunque parezca que se oculta, pero no, es en el desierto cuando está más cerca de nosotros.

Vivamos lo mejor que podamos estos días de Semana Santa, porque la Semana Santa no se suspende, se suspenderán los actos litúrgicos, aunque los sacerdotes los celebraremos a puerta cerrada, se suspenderán Vía-Crucis, procesiones, o estaciones de penitencia, pero no olvidemos que lo esencial es que conmemoraremos, aunque de modo extraordinario, la Pasión, muerte y Resurrección de Cristo.

El se sometió a una muerte de cruz, para perdonarnos los pecados y abrirnos las puertas del cielo de la vida Eterna, y Resucitó al tercer día, dándonos así nueva vida, y que María, la Virgen,acompañó en todo a su Hijo, al pie de la cruz ofreciéndose con El al Padre, viviendo los momentos de mayor amargura en su corazón,pero también así participó como nadie del gozo y la alegría de la resurrección de su Hijo.

Acompañemos desde nuestras casas, en lo más íntimo de nuestro corazón, a Cristo, y a la Santísima Virgen, para también participar nosotros en los dolores y la gloria junto con Ellos.

Un abrazo fuerte a todos, queridos Hermanos, especialmente a los que podáis estar sufriendo de una manera particular en estos momentos.

Don Carlos Clemente, capellán de nuestra Hermandad.