La Fe que mueve los corazones

Como cada noche, no lograba dormir, eran altas horas de la madrugada cuando por fin caí rendido del cansancio, de pronto, el mismo sueño que me recorre todas las noches:

<< Estaba oscuro, no alcanzaba a ver mucho más que la espalda de un hombre vestido de negro y al lado un compañero, cuando miré hacia arriba, me di cuenta de donde estaba, olía a incienso y se escuchaba el crujir de una puerta, era tarde de Viernes Santo, de nazarenos de negro y blanco, de trio de capilla y de Soledad Complutense; estaba debajo del Señor. De pronto se escucha una voz y tres golpes de martillo:

– Silencio debajo del paso, esta primera levantá la va dar nuestro Hermano Mayor.

– Hermanos os deseo la mejor Estación de Penitencia, vamos a llevar la Fe por la calles de Alcalá mostrando a Nuestros Señor Jesucristo en su Sagrado Descendimiento y a su Madre La Soledad Coronada…>>

Y de pronto… el despertador acaba con el sueño en el mismo punto como todas las mañanas. Me levante de la cama y miré el calendario, era Enero aún y la Semana Santa aún se antojaba lejana. No hace ni dos semanas que habíamos visto perderse a Baltasar por la lejanía interminable, pero ya pensaba en el momento de ponerme el costal, la faja, mis zapatillas y meterme debajo de esa parihuela.

Es curioso cuando alguien que no es creyente o lo es pero no es practicante (como suele decir la gente) te hace esa pregunta:

« ¿Pero cómo se te ocurre meterte ahí con lo que se sufre y debe pesar eso? ´´;

A lo cual educadamente respondemos:

« Nadie se mete ahí como dices, nos eligen y nos dan el privilegio que muy pocos tienen. Este privilegio es poder llevar el amor de los amores en nuestros costales y con lo poco que hacemos nosotros por Ellos , nos regalan durante los momentos de la Estación de Penitencia sentimientos que las palabras no te alcanzan a explicar , una fuerza que ni con muchos años de preparación se alcanza , un bienestar dentro de nosotros que nada de lo que tenemos a nuestro alcance nos puede dar y sobre todo nos muestran su infinita gracia por 6 horas , 6 horas que dejan al año su casa para llegar a los corazones de todos los ciudadanos de esta nuestra ciudad , donde hacemos catequesis de la palabra de Dios , donde mostramos al mundo que Cristo a Muerto y lo descienden del madero los corazones de los Santos Varones y de toda su cofradía , que lleva a la Soledad de su Madre sobre costales con un mimo y un cuidado como el que se tiene sólo con una madre ´´

Y es que cuando alguien te dice esto, se viene a tu cabeza (o al menos es a mi lo que me ha pasado), todo lo que se vive en una Estación de Penitencia, todos los aledaños, toda la cuaresma y todo lo que gira en torno a la Hermandad en la preparación del día de salida.

Me viene a la cabeza, esa espera, mirando el calendario, que aun siendo Navidad y celebrando el nacimiento de Nuestro Señor, miramos con el rabillo del ojo, el día en el que estamos citados con el resto de la cuadrilla para pasar un rato en Hermandad, visionando la Coronación de Nuestra Madre o simplemente para una convivencia de Vida de Hermandad en una visita a nuestra ciudad o una charla de formación religiosa dada por nuestro capellán.

Pienso en ese momento del año, que todos anhelamos la iguala… marca una antes y un después en el tiempo y es que para un costalero este hecho marca el inicio de: mañanas de frio, sueño, ganas de empezar el trabajo, desayunos con los hermanos, ensayos y sobre todo momentos de hermandad , tras cada ensayo, en los que se charla de todo lo que uno se pueda imaginar pero predomina un tema la Hermandad, la Estación de Penitencia y todo aquello que gira en torno a la Semana Santa, viendo algún que otro video cofrade y pasando buenos momentos junto a nuestros Hermanos y junto a aquellas personas que comparten estos momentos con nosotros.

Lejos de esto el costalero en cada ensayo, siente que el momento se acerca, que el Viernes Santo ya no es un día perdido en el año (si lo fue en algún momento) y empieza a ver que se avecina.

Poco a poco se perfila el paso, son esos detalles pequeños, pero muy necesarios para que el día en cuestión no falle nada. Se viven esos momentos, que igual son agridulces, en los cuales un ensayo no sale del todo bien y esperas que el siguiente sea mejor que este y el anterior.

Pero para mí, uno de los mejores momentos de la cuaresma es el de llevar a Santa María las parihuelas, ver abrir las puertas y mandar andar el paso; hace tomar constancia de que lo soñado llega y el momento se ve venir en una chicotá con paso largo, sin correr, reposado. Una vez dentro, el racheo es diferente estamos en casa, con una mirada furtiva a la derecha veo a mi Madre, la hablo y la pido con todo el corazón. Pero el momento en el que en el pecho se te pone ese pellizco (ese que no se alcanza a explicar) es cuando estas frente por frente en la capilla del Cristo, ese es el momento en el que la Estación de Penitencia comienza para mí.

Cuando llega el retranqueo, Jueves Santo, los nervios se sienten entre todos, porque ya no es sólo la parihuela, el misterio y el palio están listos y Nuestros Titulares esperando el Viernes Santo.

Esa noche, es una noche que tiene algo distinto, está todo listo da igual que sean la 6 de la mañana que las 7, el tiempo parece no pasar y empiezas a ser consciente de que se va terminando todo que mañana es el principio del fin de un año y que cuando vuelvan a su casa, habrá empezado el siguiente año. Piensas…, sientes…, pides… y… llegó el día la mañana es de visita a Santa María, con los nervios imposibles de ese día, para vivir el Vía Crucis y los últimos momentos antes de que llegue la hora.

Son las cuatro de la tarde y en casa ya no hay quien para, necesitas ir dirección a Santa María para estar cerca de ellos y pasar esos momentos con tus hermanos y compañeros de trabajo, con la vista siempre en el cielo pidiendo que ese día luzca el sol y las nubes no hagan de las suyas.

« – Señores, esta es la última de este año, pero la primera del año que viene quiero que vaya por todo esa gente que está enferma, vamos a pedirle al Señor con este último trabajo que los ponga buenos.

– Pararse ahí, los dos costeros a tierra poco a poco, venga de frente ´´´

Y con el rezo de la Salve termina otro año más el sueño.

Y es que ponerle palabras a lo que vivimos bajo el Señor y su Madre, es muy difícil, yo sólo sé que nos escucha mucho y nos da lo que le pedimos. He tenido la suerte de ser uno de sus elegidos y puedo contar una anécdota, tenía mi madre una amiga, con apuros de salud bastante graves y un familiar mío tenia también una situación delicada.

El Viernes Santo, además de en mis rezos, decidí llevar conmigo una foto de ellos junto con las de mis seres queridos, para que me acompañaran en la Estación de Penitencia. Pasado un tiempo de este hecho, volví a ver a esta mujer, estaba curada y no había síntomas de que el mal de salud que le asolaba volviera y mi familiar sanó y a día de hoy tiene una salud inmejorable.

Sin pruebas creía ya que la Fe todo lo puede, pero con esto no puedo más que declarar que Señor hasta que Tú me dejes , pondré mi granito de arena para que cada Viernes Santo camines por las calles de Alcalá.

Ángel Ropero García