“haced esto en memoria mía”

Corpus Christi 2020, un día importantísimo para nosotros los católicos, y un día con una celebración muy importante, donde la liturgia tiene una continuidad en la calle. Con procesiones, con alfombras y altares en las calles, con los niños que han tomado el cuerpo de Cristo por primera vez, con…, con tantas cosas que este año no podremos disfrutar.

¿Y de dónde viene esa tradición? Realmente nace con la Última Cena de nuestro Señor donde instituyó la eucaristía, “haced esto en memoria mía” y la nueva alianza de Dios con los hombres, donde el cordero fue su propio hijo. ¿Hay mayor prueba de amor?

En el s. XIII hay corrientes que dudan sobre la presencia de Cristo en la Consagración y un sacerdote de Bohemia era uno de los que albergaba esas dudas. En la localidad italiana de Bolsena, en el momento de partir la Sagrada Forma esta sangra y mancha el corporal. Esto era el 1.263 y el papa Urbano IV extiende esta fiesta a toda la cristiandad. Porque ya se celebraba en Lieja, donde la `priora del Monasterio de Mont Cornillon, Santa Juliana de Cornillon, consigue que el Obispo de la localidad le permita la celebración en 1.246.

Lo que nosotros conocemos, el arranque en la calle en procesión se produjo en Roma en 1.447 donde el papa Nicolás V saca la Hostia por las calles.

Como he indicado antes, la piedad popular y la liturgia están unidas desde el primer momento hasta el punto de que las fiestas con la participación del pueblo era total, con danzas varias incluso en los templos. En algunas localidades de España, entre las que se encuentra Alcalá de Henares, los gigantes acompañan la procesión de forma totalmente normal. En nuestra ciudad hay referencias de ello desde 1.525 (sin duda ya se venía haciendo desde mucho antes) con la presencia de uno de los arzobispos de Toledo más notables, don Alonso de Fonseca.

Esta práctica fue desterrada en 1.780 por el rey Carlos III.

En nuestra ciudad hay ciertas semejanzas con otra festividad en la que las Hostias consagradas también son protagonistas, y en las que mano de Dios hace presencia, me refiero a las Santas Formas, cuya declaración como milagro ha cumplido recientemente los cuatro siglos, que era la gran celebración en nuestra ciudad. Pero el Corpus Christi también tenía ese empuje especial, donde nuestros paisanos sacaban sus mejores galas, donde las Fuerzas Armadas residentes en la ciudad participaban en la procesión y aquellas filas que bajaban del colegio de los jesuitas.

Era un día donde el pueblo participaba activamente y su religiosidad era expresada con gran fervor, algo que se está promocionando desde nuestra Diócesis y que poco a poco intentará recuperar su pasado esplendor.

Este año no será igual, pero solo es un paréntesis para volver con la misma fe, la misma ilusión y siempre, de la manera que sea, con la misma alegría.