¡Dios ha nacido!

Queridos hermanos, enhorabuena por la Gracia que vamos a recibir, enhorabuena porque vosotros, como aquellos humildes pastores, os estáis preparando para la llegada de nuestro Señor y ser los primeros en visitarle en aquel humilde portal.
El Niño Dios nacerá en nuestros corazones y allí crecerá cada día para que podamos ser mejores, para que enseñemos al resto del mundo el por qué vino a la tierra en forma humana, y para que con nuestro testimonio extendamos la Palabra, presentemos la Verdad.
En esta Noche Santa nos reuniremos en familia para comer, y cantaremos con gran alegría por la buena nueva que estamos prontos a recibir, pero no olvidemos que ellos tuvieron problemas para encontrar posada y que al final fue un humilde establo el lugar que alumbró al Rey de Reyes. Esta noche dejemos abierta la puerta de nuestro corazón para esa familia, y para tantas familias que nos recuerdan la soledad que tuvieron que pasar aquella noche; que en nuestra mesa no falte un lugar y un cubierto para María, para José y para ese niño pequeño que es el más grande.
Esta noche, cuando miremos nuestros belenes, como el que tenéis en la Casa Hermandad, cuando miremos el portal con la pequeña talla del niño en un pesebre acompañado de sus padres y recibiendo el calor de una mula y un buey, recordar que el belén más importante es el que ha nacido en vuestro corazón, el belén que recuerda aquella jornada como si fuera hoy, el que nos ayuda a revivir ese día tan glorioso para la humanidad, el que identifica a cada uno de nosotros en las personas que hay allí, y que es ese Belén el que hace que en nuestra vida sea siempre Navidad.
Desde vuestra Junta de Gobierno de la Hermandad de la Soledad Coronada y del Sagrado Descendimiento quisiéramos estar un instante en vuestras casas para, juntos, como hermanos, brindar y desearos una muy buena FELIZ NAVIDAD.